viernes, 9 de noviembre de 2012

EL ÚLTIMO PRISIONERO GRANADINO


Liberación de Mauthausen, 5  de mayo de 1945



El pasado once de junio de 2008, murió José María Villegas, de Caniles, a los 91 años de edad. Fue el ‘último granadino’ que estuvo recluido en un campo de concentración nazi, concretamente en Buchenwald, donde también estuvo preso el escritor Jorge Semprún (falleció en París, en junio de 2011). En enero del pasado año escribí, en La Opinión de Granada, el artículo "Mauthausen: andaluces deportados y olvidados", donde hablaba, entre otros, de siete castillejaranos que estuvieron presos en Mauthausen. Entre ellos, citaba a Faustino Vizcaíno Carrión, pues su hermano Miguel me dijo que vive en Francia y que sólo había venido una vez a España. Espero verlo en unos días –sé que está bastante delicado–, a ver qué noticias me da de Faustino, que era de la quinta del 40. Estos combatientes republicanos fueron los grandes olvidados: padecieron la Guerra Civil y, unos meses después, la II Guerra Mundial y los campos de exterminio nazis, donde más de mil andaluces fueron incinerados en los hornos. Pero la suerte de los 500 supervivientes está aún por esclarecerse, pues una gran mayoría de andaluces se quedó a vivir en Francia y allí han ido muriendo en el más absoluto de los olvidos.

Sobre las once de la mañana, del dos de agosto, me acerqué a la casa de Miguel Vizcaíno Carrión, en Castilléjar, me abrió la puerta su nieto, que se llama igual que el abuelo. Éste se encontraba estirando las piernas en un bancal próximo. Cuando le expliqué el motivo de mi visita, Miguel me contestó: “Mi hermano Faustino estuvo tres meses prisionero en Francia, hasta que se lo llevaron al campo de concentración de Mauthausen. Aquí estuvo de cocinero y cuando los liberaron salió muy flaco. Él me decía: ‘Entraba una mujer con perros y se los echaba a los prisioneros… Pero, ¿cómo voy a contar todo lo que he pasado?’. Faustino tiene 89 años y ya no ve, y no tiene hijos. En la guerra civil, todavía no había cumplido los 18 años cuando se lo llevaron a Viator (Almería), con los de su quinta, durante un mes. Luego, los llevaron al frente (posiblemente a Castellón)”. Un año más tarde, la mitad de los soldados cayeron en la "Batalla del Ebro", allí murieron más de cien mil soldados, entre ambos bandos. Según me cuenta Miguel, su hermano aprovechó el desconcierto que había en la zona republicana para huir a Francia, y aquí fue donde lo capturaron los alemanes: “Lo cogieron varias veces y se lo llevaron a Alemania”. Miguel quizá ignora que el campo de concentración de Mauthausen se encuentra en Austria.

Las escaleras de la muerte


Cuando fueron liberados del campo de concentración por las tropas americanas, el 5 de mayo de 1945, Miguel dice que “estaba blanco, como la camisa esa, sequísimo. Se libró de morir porque estaba de ranchero. Luego se quedó a vivir en un pueblo del norte de Francia, Jarrie, pegando con la frontera de Alemania, y allí se casó. A mi hermana y a su marido les encontró trabajo y se fueron a vivir con él”. Miguel dice que hace tiempo que no tienen noticias de él, pero asegura que vive. Cogió el vehículo y se desplazó al anejo de Los Olivos, que está a unos tres kilómetros, a la cueva donde nacieron los Vizcaíno. Trajo una carta de Faustino, con el matasellos de 1994, pero al final no leyó lo que decía. “Él nunca nos contó cosas de la guerra, no le gustaba”. Cómo sería el sufrimiento para no contarlo, cuando lo mejor hubiera sido desahogarse con la familia, para echar todo aquel veneno que llevaba dentro del cuerpo y de la mente. Como hicieron muchos prisioneros, para que el mundo supiera todos los horrores que pasaron. Hemos quedado que el nieto le escribirá una carta a Faustino, diciéndole que es el "último prisionero granadino", que estuvo recluido en un campo de concentración nazi, a ver si consigue el teléfono y podemos ponernos en contacto con él.

El abuelo Miguel me cuenta cosas, de las que ya nadie se acuerda: “Mi padre estuvo en la guerra de Cuba tres años (aquí sólo iban los pobres, porque los ricos se libraban pagando dinero; a causa de la malaria, murieron miles de soldados) y, después de morirse en los años cincuenta, el Gobierno nos envió una carta”. Pero Miguel no recuerda más detalles, “eso sí, a mi padre nunca le pagaron nada por ir a la guerra de Cuba”. Le digo que, los soldados de la guerra de Cuba que regresaron a España, después de pasar mil penalidades, siempre fueron mirados como un ejército derrotado. Miguel vive ya de los recuerdos: “Con seis años, me llevaron a servir al Salto (aldea de Benamaurel, que ahora le llaman Puente Arriba). De día me iba con la hija del dueño a guardar ovejas y, de noche, dormía en la pajera. El pago era la comida, ‘la comía por la servía’, como se decía antes”. Su mujer está en la cama, con un gotero, tiene la cabeza ladeada y los brazos completamente abiertos. Sólo mueve los ojos pero, cuando la vi por primera vez, inmóvil sobre la cama, parecía que estaba muerta. Ha tenido tres infartos y, prácticamente, es un vegetal. “Mi mujer ha cogido mucha capota (alcaparrones) en los cerros y, cuando le digo, ‘vamos a coger capota’, ella mueve los ojos, porque entiende cuando le hablo”, me explica Miguel. El dos septiembre, volví a hablar con Miguel y le pedí que le escribiera a Faustino, a ver si podíamos hacerle un pequeño homenaje a tanto sufrimiento.

Imagen de los españoles liberados
Posdata: Este artículo lo escribí el 16 de diciembre de 2008 y lo tenía guardado y olvidado entre mis documentos. Desde entonces, no he tenido más noticias de Miguel y es de suponer que Faustino Vizcaíno Carrión, el ‘último prisionero granadino’, haya fallecido en Francia. Yo también tenía que haberle escrito una carta, pero lo fui dejando. Las matanzas de los campos de concentración nazis permanecerán siempre en la memoria de la humanidad, como uno de los mayores horrores, pero también hay que decir que España siempre fue una madrastra con sus hijos, especialmente, con los prisioneros españoles de los campos de exterminio. ¡Qué diferentes son los franceses con sus mártires! Tendrán que ser nuestros nietos quienes rindan homenaje a estos miles de españoles olvidados, pues todavía no hemos superado el odio de nuestra Guerra Civil. 


Esta es la carta que no le llegué a enviar:

 18-9-8 Estimado amigo Faustino: En enero del pasado año escribí, en el periódico La Opinión de Granada, el artículo “Mauthausen: andaluces deportados y olvidados”, donde hablaba, entre otros, de siete castillejaranos que estuvieron presos en Mauthausen y Gusen. Entre ellos, le citaba a usted, pues su hermano Miguel me dijo que vive en Francia y que sólo había venido una vez a España. Le envío una fotocopia del citado libro, donde vienen los datos de los siete soldados republicanos, de Castilléjar, que fueron internados en los campos de concentración nazis. Este libro contiene fotos, documentos, cartas, testimonios de los presos y familiares, con muchas historias de los prisioneros, etc., donde los historiadores hacen un buen trabajo de investigación sobre aquellos andaluces deportados y que fueron olvidados, tanto por el régimen de Franco, como por los Gobiernos de la Democracia. Yo di a conocer el citado artículo en Castilléjar, donde poco se sabe de esto. También le envío fotocopia del artículo “El tren con destino al frente”, que salió publicado el 15 de septiembre, donde lo menciono a usted, a mi padre Leandro García Domínguez (nació en el anejo del Cortijo del Cura, Galera), que fue el cartero y fotógrafo de Castilléjar (desde mediados de los cincuenta a los setenta), y a Julio Carasa, que nació en 1918 y que seguramente murió en combate, por Castellón. Puede que los conozca de aquel tiempo. Ahora, el prisionero granadino más antiguo es usted. Le agradecería que me escribiera y me enviara su número de teléfono, para poder contactar con usted. No me mueve ningún interés, como no sea que los españoles conozcan el enorme sufrimiento que pasaron ustedes. Todos sabemos lo que pasó con los soldados de la División Azul, que Franco mandó para ayudar a Alemania. Los que no murieron en las estepas rusas, regresaron o fueron hechos prisioneros por los rusos, y devueltos a España años más tarde en el buque Semíramis. Pero poco o nada saben los españoles sobre los prisioneros en los campos de concentración nazis, aunque yo he leído libros y he visto algunos documentales. Un saludo

Recogido de mi libro "Artículos del Altiplano y de Granada", 2014. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario