jueves, 18 de julio de 2013

EL GRAN OBAMA Y EL PEQUEÑO ESPIA







El presidente Obama y el espía Snowden


Deberíamos dar las gracias por lo que ha confesado Edward Snowden, exasesor de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana, o sea de la CIA. Por él sabemos ahora que espiaban nuestras llamadas y cientos de miles de ordenadores en los países europeos. A Obama tenía que caérsele la cara de vergüenza, porque si quiere espiar las llamadas de teléfono y los ordenadores, que haga un referéndum en los Estados Unidos y que se someta a lo que digan sus ciudadanos: si prefieren libertad o seguridad. O simplemente, que diga la verdad a sus ciudadanos, el presidente que iba a cerrar la cárcel de tortura de Guantánamo. Si esta información se descubre con el expresidente George Bush, habría manifestaciones de protesta y alborotos por todo el mundo, pero como es el presidente demócrata y muy simpático, pues todo queda en casa y a comer y callar. Porque el  Gran Obama se echa unos discursos, con su cara de no haber roto un plato, que ya quisiera Gila. A lo que ha llegado.

Los países occidentales apoyan al mentiroso de Obama por el servilismo y el vasallaje de siempre, y porque no quieren que les pase lo mismo: que a sus espías les dé por abrir el pico y luego pidan asilo en Venezuela. ¿Qué hacemos?, me pregunto. ¿Encarcelamos al delator, porque lo manda el Gran Obama, que nos protege de los Bin Laden? Ya sabemos que, el día de mañana, cuando un espía denuncie la corrupción o las muertes impunes, irá al talego, si no se lo cargan antes. El presidente Obama tiene permiso del Congreso para perseguir y matar a cualquier ciudadano, en cualquier país del mundo, por razones de la seguridad nacional. ¿Qué diferencia hay entre el tramposo de Richard Nixon, un hombre sin escrúpulos, del que se dice que ordenó matar a más de un agente secreto, y el '‘bueno’ de Obama? Yo creo que ninguna. Y cómo será el tema, que hasta la gran Francia, acompañada de España, Italia y Portugal le cerraron el espacio aéreo al avión de Evo Morales, porque lo ordenó el embajador americano, diciendo que iba el espía Snowden dentro del avión. Solemne estupidez que han aprovechado para quejarse los países sudamericanos, y con razón.

A Snowden tenían que ofrecerle asilo político en cualquier país democrático, en cualquier país europeo, pero entre unos y otros lo presentan como un delincuente y no tiene más remedio que echarse en manos de Maduro o de Morales (unos impresentables), y al final se refugiará en sus países. Como en aquella película de Robert Redford, que lo buscan para matarlo, porque se enteró de un secreto de Estado. También sorprende la pasividad de la sociedad occidental, que no es capaz de defender sus derechos fundamentales, como el derecho la intimidad personal y familiar, del artículo 18 de la Constitución española: “Se garantiza el secreto de las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial”.

Copio esta noticia de Ideal, del pasado día 15: “La canciller de Alemania, Angela Merkel, ha abogado por endurecer las normas de protección de datos en Internet de la Unión Europea (UE) y por forzar a las compañías de Internet a ser más abiertas en sus políticas en este sentido tras los escándalos de espionaje protagonizados por el Gobierno de Estados Unidos. ‘Alemania dejará claro que queremos que las empresas de Internet nos digan en Europa a quiénes están dando información’, ha dicho durante una entrevista concedida a la emisora alemana ARD. ‘Tenemos una gran ley de protección de datos’, ha manifestado”. Por una vez coincido con Merkel (aunque se ha quedado sola frente a los Estados Unidos y las demás democracias europeas), pues nuestra la sociedad no puede permanecer de brazos cruzados ante los abusos del Leviatán americano. Que cuenten con los ciudadanos, que para eso les votamos, y se supone que nuestros países son democracias.

Sin embargo, Vargas Llosa no opina igual en su artículo del El País, ‘Jubilar a los espías’, del domingo pasado, del que reproduzco unas frases: “En las encuestas que se han hecho en Estados Unidos sobre Edward Snowden, una mayoría aprueba que la inteligencia americana grabe las conversaciones privadas. Me temo que no sería distinta la reacción de la opinión pública de la gran mayoría de las sociedades democráticas que viven, como Estados Unidos, con la zozobra de ser de nuevo víctimas de los atentados terroristas (…). No es cierto que en sociedades como Estados Unidos o Suecia la legalidad se haya degradado al extremo de que sólo violándola se pueda ejercer la libertad. Ni Edward Snowden ni Julian Assange son paladines sino depredadores de la libertad que dicen defender”. Vargas Llosa habla de las encuestas, pero no ofrece ningún dato más sobre esa mayoría y él supone que en Europa también sería una mayoría de la opinión pública. A continuación, se contradice y se lía con la legalidad y la libertad, a las que sacrifica por causa del terrorismo. Aquí lo único cierto es que se está violando la libertad de los ciudadanos (el secreto de las comunicaciones telefónicas), en favor de la seguridad.

He admirado siempre a Vargas Llosa, pero si estas violaciones de derechos ocurrieran en países como Cuba, Venezuela, el Chile y la Argentina de las dictaduras, posiblemente el escritor peruano las estaría condenando. También se ha olvidado de otro pequeño detalle: las cuestiones de seguridad nacional, el terrorismo, la libertad, la seguridad, las comunicaciones telefónicas, etc., se debaten en el Congreso y se aprueban con leyes y reglamentos, que para eso votamos, pagamos y privilegiamos a esta casta de políticos. Es más, habría que preguntar: ¿Para qué tenemos un Congreso y un Senado? Y ¿para qué votamos cada cuatro años, en las elecciones generales?

Si en España el Gobierno no es capaz de garantizar “el secreto de las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial”, pues que lo diga y que derogue o suspenda el artículo 18 de la Constitución, o que convoque un referéndum, como el de la OTAN. Creo que los ciudadanos de la democracias occidentales somos lo suficiente maduros para sacrificar parte de nuestra libertad, en favor de la seguridad. Pero que se nos diga y se cuente con nosotros. En Suiza votan en referéndum sobre muchos temas con cierta frecuencia, su Gobierno cuenta con los ciudadanos, no espía ni persigue a los que denuncian el espionaje.


Se han preguntado, ¿por qué capturan a tantos en España, a través de las  redes sociales? Y si escribes o pronuncias una palabra relacionada con el terrorismo, posiblemente alguien te estará espiando al otro lado. Con el Gran Obama se están vulnerando nuestros derechos y, lo que es peor, ha convertido a los países europeos (Francia, Italia, Portugal y España…) en sus lacayos. ¡Pobre García-Margallo, como siempre las bofetadas fueron para España y tú pusiste la cara! Ahí nos las dan todas.



La bestia parece que se mueve y se lo debemos a Snowden.

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