domingo, 28 de enero de 2018

UN GRITO EN EL SILENCIO












He tenido la oportunidad de visitar mi tierra natal de Honduras, o como ahora se le conoce como el segundo país más peligroso del mundo, por la pobreza, las necesidades y los peligros. Comprobé con mis propios ojos estas carencias y peligros que se alojan en este país, en el que vemos el terror en las calles cuando se apagan las luces, el miedo a perder a un ser querido o por ser una chica. Presencié un acto de amenaza hacia la familia de Bessy, la hermana de nuestro vecino. Esta chica conoció a un hombre, que le invitó a quedar para ir a una fiesta, ella respondió que iría con su amiga ‘Maryori’. Más tarde, las jóvenes no aparecieron. La madre de una de ellas fue a comunicar que su hija y una amiga no habían llegado a casa, pero la confianza de que algún día pudieran volver les salió demasiado cara. Estando la madre de Bessy en el plató de HCH, el canal hondureño, se enteró de que su hija y la amiga habían sido asesinadas y al momento le brotaron lágrimas en los ojos por el cruel destino de estas.

Fueron encontradas en un basurero  de la quebrada “El sapo”, en la Colonia Villa Unión, atadas de manos. ‘Maryori’ fue encontrada unos metros más arriba mientras  Bessy tenía un torniquete en el cuello, ambas tenían signos de violencia y sus cuerpos se encontraban en proceso de descomposición. La noticia de que estaba amenazada la familia de Bessy fue demasiado veloz, de manera que la madre y la hermana huyeron del país. La noche en la que estaban velando a la fallecida, Karem se quedó a dormir en casa de una amiga; las pandillas organizadas fueron a su casa para matarla, pues también estaba amenazada de muerte. Nuestro vecino era hermano de Bessy y también tuvo que irse del país, con su esposa Karem y las dos hijas. La gente de la colonia no se atreve a salir a la calle por la vigilancia de las pandillas que acechaban a la familia por si decidía volver.

En esos días nosotras no salíamos solas, para ir al colegio o al instituto íbamos acompañadas. La inseguridad, las desapariciones de niños y mujeres, así como las violaciones siempre estaban a la vuelta de la esquina. Las mujeres allí no tienen libertades, viven inseguras con la preocupación de salir a trabajar y no saber si volverán a casa… Este es uno de los pensamientos que yo tenía en la cabeza cada día. Las mujeres son más frágiles, pues se les utiliza y maneja. Es un mundo machista en el que el hombre tiene la ley debajo de la manga y ellos dicen que “las mujeres solo sirven para criar”. Sin embargo tenemos que ser más listas que ellos, hacernos de bien y pensar en lo que será mejor para nosotras, crearnos un futuro y tener la meta de obtener estudios; soltar un grito en el cielo y decir “Nosotras podemos y valemos para todo”.

Es por ello que la “ONG Solidaridad Honduras” tiene una casa de acogida para niñas y jóvenes que quieran tener un futuro mejor para ellos y para sus familias. Muchísimos jóvenes de allí no pueden seguir continuando sus estudios por problemas y porque no todo el mundo puede costeárselos, ya que los salarios son muy bajos. Con la ONG se puede formar a jóvenes que desean salir de esta situación, que quieran estudiar, pero necesita ayuda económica y becas para poder acogerlas. Ver que los sueños de mucha gente son maravillosos, ver la sonrisa reflejada en sus caras, contigo y con tu ayuda podemos conseguirlo, o ¿quieres que estas jóvenes se conviertan en juguetes? Ayuda al hogar y grupo educativo “La Casa”, de la “ONGD Solidaridad Honduras”.

            DIANA RAQUEL SÁNCHEZ LÓPEZ



Posdata: nací en Honduras, vivo y estudio en Guadix, con mi familia de acogida a la que estoy agradecida. Con año y medio fui traída desde Honduras, por la “ONGD Solidaridad Honduras”, que pidió la ayuda del Servicio Andaluz de Salud y fui intervenida en el Hospital Materno Infantil de Granada. En enero de 2001, yo tenía varias malformaciones en el corazón, con el diagnóstico de muy grave, y me recuperé tras un largo proceso.  Quiero expresar mi agradecimiento al entonces cirujano Salvador López Checa, del Servicio de Cirugía Infantil, de la Ciudad Sanitaria Virgen de las Nieves, que coordinó la actuación junto al doctor Antonio Santaella.

domingo, 21 de enero de 2018

RECUERDOS DEL SEMINARIO





Seminario de Guadix, curso de 1967



Ocurrió en el año 1967, en el Seminario de Guadix. A mitad del curso, hubo un puente de cinco días y los seminaristas se marcharon a sus casas. Sin embargo, los curas ofrecieron la posibilidad de quedarse durante aquellos días a quien quisiera, el caso es que nos quedamos mis dos paisanos de Castilléjar y yo, ellos estaban en primero de bachiller, mientras que yo cursaba segundo. Lo hice pensando en mis padres, pues a veces se quejaban del gasto que les suponía mi estancia durante nueve meses en el Seminario, y mis paisanos accedieron también. Al final, de todos los seminaristas nos quedamos solamente nosotros tres. Al cargo nuestro se quedó un seminarista de Huéscar, que estaba en el Seminario Mayor, y, durante aquellos días, el siempre nos acompañó. Recuerdo que era amable y lo pasamos muy bien, éramos casi paisanos y conectó pronto con nosotros. Este episodio lo he recordado hace unos días, lo tenía olvidado y ha aflorado ahora, de forma caprichosa, al cabo de más de medio siglo. Con los años van surgiendo sin querer los recuerdos entrañables de la infancia y de la adolescencia. El Seminario en aquella época era de los colegios más duros y disciplinados de España, y también de los más económicos, sin embargo, nosotros disfrutamos en aquellos días y apenas si nos acordamos de que podíamos estar en el pueblo con nuestra familia y con los amigos.

En aquel Seminario, sobrio y austero como un convento de clausura, que normalmente acogía a más de cien alumnos, ahora solamente estábamos nosotros tres y nos sentíamos como “Marcelino pan y vino” con los frailes. Oíamos misa por la mañana, desayunábamos y andábamos distraídos por allí, jugando al fútbol o al baloncesto, paseando por la histórica Alcazaba de ‘el Zagal’, bajo la atenta mirada de la Virgen Blanca, que entonces estaba enclavada en el torreón más alto y podía divisarse desde varios kilómetros antes de llegar a Guadix. En la comida y en la cena, estábamos juntos como si fuéramos viejos compañeros, y por la noche veíamos un rato la televisión. En aquella época sonaba la canción, que en su día popularizó el argentino Carlos Gardel, ‘Adiós muchachos, compañeros de mi vida, barra querida de aquellos tiempos…”. Hace dos años, la oí tararear en Francia a Gilles, mi consuegro francés, me dijo que de pequeño la había oído cantar a un español. Hoy la canción está completamente olvidada. Apenas si tengo recuerdos de aquellos días del Seminario, le he preguntado a mi paisano, que está en Mallorca, y su respuesta ha sido: “No recuerdo del tiempo que me pides. No me suena quedar en esos días”. Está visto que los años no pasan en balde. En el Seminario también se quedaron los padres jesuitas, cada uno iba a lo suyo, a sus rezos y oraciones, mientras que nosotros fuimos los niños mimados que casi no tenían ninguna obligación, al no haber clases ni estudio, y con mucho tiempo libre. Cuando nos cruzábamos con los curas, nos saludaban y preguntaban algo, lo que nos hacía la vida más agradable.


Los padres jesuitas


Me viene a la memoria una anécdota, que nos pasó unos meses antes. Cuando los tres paisanos regresamos después de las vacaciones de Navidad al Seminario, nos encontramos en la puerta de entrada al obispo Gabino Díaz Merchán (años después fue presidente de la Conferencia Episcopal), que iba acompañado del rector. Y entonces nos preguntó el obispo: “De dónde sois vosotros?...”. Después de informarle, dice: “¿Sabéis si han puesto ya el agua en el Cortijo del Cura?”. Este es un anejo de Galera y le conectaron el agua por aquel tiempo. Hacía unos meses que el obispo había hecho una visita pastoral por la comarca de Huéscar, de la que se conservan algunas fotos. En los primeros meses de ingresar en el Seminario se pasaba bastante mal, por la dureza del horario y de la disciplina (estudios, clases, misa, meditación, rosario, rezos, recreo, tiempo libre…), sólo salíamos al campo los sábados por la tarde, de manera que muchos no se adaptaron a aquella vida espartana y tuvieron que marcharse. Aquella dureza era comparable al gélido y cruel invierno de Guadix, del que tanto se quejaban los misioneros que venían de África, para echarnos películas y charlas sobre la labor que hacían en los diferentes países africanos, tratando de conseguir alguna vocación entre nosotros para las misiones. Varios detalles me llamaron la atención del Seminario, en aquellos años, la biblioteca que se me antojó inmensa, pues era la más grande que había visto hasta entonces. Y sin embargo, era un salón enorme, lleno de estanterías y de libros, que tenía unas escaleras de madera para subir a la parte alta, donde había unos estrechos pasillos para acceder a los libros. Ahora el salón está lleno de cachivaches, mientras que los libros del Seminario se conservan en el Archivo Diocesano.


Fachada del Seminario, en 2014.





También había una pequeña emisora de radio, llamada EAJ…, que se oía en el comedor durante las comidas. Aquí fue donde oí por primera vez ‘El bolero’ de Maurice Ravel, con su impresionante ritmo ‘in crescendo’, y donde recibí un premio por una redacción que presenté, un bolígrafo que conservo. Hace poco, un antiguo compañero me confesaba que el padre Prefecto lo sorprendió cogiendo un plátano, en el comedor de los frailes y, sin embargo, no lo castigó. Le dije que “yo también entré en un par de ocasiones, a coger el correspondiente plátano y tuve más suerte”. Pero fue en aquel puente cuando pudimos comprobar el rostro humano de aquellos curas y frailes, que se nos antojaban tan serios y distantes, mientras que la vida en el Seminario se nos hizo más agradable. Me ha quedado grabado el recuerdo lejano de aquel seminarista rubio –hoy, sacerdote jubilado–, que cuidó de nosotros y nos hizo reír, en aquellos días del puente, mientras que todos nuestros compañeros disfrutaban en el pueblo con su familia.



Patio con arcadas, en ruinas





Este artículo lo dedico al antiguo rector, el único que queda con vida de los años sesenta, don Leo Gómez Amezcua (a finales de diciembre le pusieron una prótesis en la cadera por  una fractura de fémur); al padre espiritual Manuel Cantero, a los sacerdotes (jesuitas y diocesanos, de los que ya fallecieron varios), a los frailes y educadores, así como a los antiguos seminaristas que pasamos por el Seminario de Guadix. Hace más de un mes, propuse al grupo de Wasap de exseminaristas hacerle una dedicatoria en un almanaque a don Leo, pero sólo unos pocos la apoyaron, lo que da una idea de los recuerdos que nos han quedado del Seminario a unos y a otros. Hoy se encuentra en un estado de ruina, con escaleras derrumbadas, parte del tejado al descubierto y con el patio de arcadas y ventanales, donde crecen las higueras alrededor del pozo. Aquí estudió el escritor Pedro Antonio de Alarcón y miles de estudiantes y sacerdotes de la Diócesis Guadix-Baza y Huéscar. La Alcazaba fue declarada monumento nacional mientras que el Seminario forma parte del patrimonio de Guadix, por eso, el ayuntamiento y las instituciones deben de restaurarlos y no dejarlos en el  más completo abandono. 


Publicado en la revista de Actualidad y Cultura Wadi-as, en enero de 2018

Posdata: El seminarista que nos acompañó durante las vacaciones era Pepe Díaz, hoy está de párroco en Huéscar. 

lunes, 15 de enero de 2018

ANTONIA MORENO, ‘ARCOIRIS’







'Arcoiris', en la Biblioteca de Andalucía. 2017









“Gitana de nacimiento, / poeta de vocación / y aprendiz de profesión… / Procuro ser “buena gente” / más… no siempre lo consigo…”. 

De esta forma se presenta Antonia Moreno, en su libro “Arcoiris Inverso”, editado en 2013. Cuando la saludé por primera vez, en la Biblioteca de Andalucía, aunque ya nos conocíamos de escribirnos por Facebook, me regaló el libro con esta simpática dedicatoria: “Con cariño y alegría para mi amigo Leandro, para que la sonrisa sea nuestra contraseña”. Unas páginas más adelante, Antonia se define así: 

“Vivaracha, alegre, cantarina y grácil, / de corazón noble, de intelecto ágil… / Rebelde, altanera, sincera, valiente, / amiga fiel de la tierra y de su gente. / Cantando las penas jugaba a vivir. / Siempre fue chiquilla y anciana al sentir”. De su espíritu, ella dice que es como un “duendecillo impredecible, / juguetón y quisquilloso, / siempre alegre, siempre alerta, / ingenioso y bondadoso… / amigo es de todo aquél que no sea rencoroso, / ni quiera encontrar en él, / malicia engaño ni acoso”. 

En definitiva, ‘Arcoiris’ es transparente como el agua cristalina de las fuentes del río Guardal, que pasa lamiendo el barrio de Los Evangelistas, de Castilléjar, donde nació.  Yo diría, en lo poco que la conozco, que es alegre y sencilla, confía en las personas y le gusta cultivar la amistad. Le encanta ver reír a la gente y sobre todo a los niños. En su página de Facebook figura con el sobrenombre de ‘Arcoiris Moreno’ y  he visto colgadas varias fotografías hablando en un aula escolar con los niños, aquí es donde se siente en su salsa, contándoles cuentos, porque el mundo de la infancia es su pasión. Copio esta coplilla romántica de su libro: “Soñé: que de tu mano caminaba / y todo era alegría, / que yo besaba tu boca / y tú besabas la mía. / Soñé, tonta de mí, / que me querías.”

Antonia me escribió hace varios años y destaco algunas frases: “Como ves, escribiendo comparto mucho, ja ja, soy ese torrente de alegría, de pensamientos, de... lo que sea!!! Ja ja es mi naturaleza (…). Yo tengo mi gente y ahí están mis compañeras del cole, con las que después continué en contacto, y las otras que fui conociendo de la costura, o de otras actividades, también los chicos... en fin, son muy gratos recuerdos los que conservo, y cuando vuelvo por el pueblo (Castilléjar), sigo notando ese cariño, PERO... siempre hay sorpresas (…). Cuando ahora te vi aparecer, quise limpiar esa imagen... y conocer realmente quien es este "leandro" el que además escribas, me da la tranquilidad que también "comprendas" mi lenguaje, porque a mí, se me ve a través de mis letras (…). Yo sigo viendo lo bueno en las personas, pero la vida es muy cortita para regalar tiempo... donde uno se estanca, se aburre”.

Hace un mes, varias amigas le hacían comentarios a una poesía suya y yo escribí esto: “Antonia lleva dentro la alegría de su raza”, porque siempre va cargada de ánimos, quizá porque le sonríe a la vida (normalmente, ocurre al revés), a pesar de todo o aunque esté diluviando. Por eso es espontánea y necesita comunicarse. Me llamó la atención esta frase de su libro: “Yo he conocido niños que, aún siendo ya mayores, incluso padres de otros niños, no consiguen olvidar sus días tristes en la infancia (…). A este niño, le dediqué la ‘Nana del niño grande’:

A la nana, mi niño,
nana morena…
entre olas de plata
la luna llena (…).
Ya las noches de escarcha
son de canela,
vuelan las amarguras,
bailan las penas (…).
A la nana, mi niño,
de mar y arena…
Yo velaré tus sueños
con miel de seda.

En ‘Adiós a un viejo curso’, ‘Arcoiris’ recuerda el último año que estuvo en el colegio:

(…). El miedo que ayer sentías
al entrar cuando eras niño,
hoy que llegas al final
se ha convertido en cariño.
Hoy que has de decir adiós,
se hace un nudo en la garganta,
miras atrás con amor.
Colegio, has sido mi casa,
 pesadilla e ilusión.

“El osito Andrés (en busca de su propia identidad)” es un cuento breve, con ilustraciones para niños, que ‘Arcoiris’ ha editado en 2017, en español y en alemán. En sus andanzas por la vida, el osito aprende una buena lección. Recojo estas frases que me escribió Antonia en 2014: “Es ahora cuando mis compañeros son la "sociedad" del pueblo. Y ahí estaban como maestros, alcaldes, y otras funciones... así que pronto volvimos a estar en contacto y como ves, escribiendo comparto mucho, ja ja, soy ese torrente de alegría, de pensamientos, de... lo que sea!!! Ja ja, es mi naturaleza y así fue que mis compañeras entonces en los cargos culturales del pueblo, me pidieron colaborar en la fiesta del libro, y tuvimos mucha suerte porque conseguimos realmente algo maravilloso. Para mí fue una sorpresa enorme, me tenían preparadas muchas sorpresas... me hicieron un homenaje, vino mi profesor, amigo Tomás desde Granada, él fue mi maestro en Huéscar y... bueno, también representaron el cuento de El osito Andrés... y todo eso, coronado con mis músicos, que también vinieron. Todo eso, obvio sin otro interés que ese: pasarlo bien y celebrar ese encuentro. Nos dieron comida y alojamiento...”.


Esta pasada Navidad, Antonia ha escrito esta dedicatoria para los amigos: “POR ESO Y MUCHAS COSAS MÁS... ven a mi casa esta navidad :) lo que falte de comida se pone de música, de humor, de alegría... Que nadie se sienta lejos, ni solo, ni triste...”. Así es de generosa y sencilla. En otra ocasión me contó esto: “Yo estuve mirando tu blog y vi muchas fotos, algunas personas conocía y otras no… Yo no soy de apegarme a los lugares, ni siquiera a mi cueva donde viví, que era bastante linda y me gustaba estar allí, pero cuando fui ahora, la verdad que no siento apego a ningún lado. Ahí donde estoy intento sentirme bien y ya está. Y lo sigo pensando, de mayor quiero ser niña…”. Quizá por eso le gusten tanto los caramelos, como a los niños. A veces le he preguntado, “¿cómo te sientes en Alemania, con tanto frío y tan pocas horas de sol, tan lejos de España?”, y su respuesta ha sido que se siente a gusto allí, en su casa. “Con las personas sí soy más sentimental y tengo añoranza, y echo de menos a la que más me llega al corazón, obvio, pero intento no andar en el pasado ni complicarme con el futuro, ja ja”.

En la última página de su libro “Arcoiris Inverso”, escribe: “Amiga y compañera de los niños. Quiero ser poeta. Miembro fundador de la revista literaria Camagua”. Y se despide con esta poesía, titulada: “Simplemente soy”:

 No tengo religión, no conozco fronteras ni dueño ni señor.
Camino por mi vida a sabiendas de que soy una desconocida.
Soy en cada momento eso que vivo y siento (…).
Soy fuego, soy escarcha,
soy sombras y soy luz,
soy noche, madrugada,
soy hoy, soy ayer
y tal vez… sea